¡Hola!

¿Qué tal te va todo? ¿Con ganitas de vacaciones? Te escribo porque quiero compartir contigo un nuevo proyecto que estoy poniendo en marcha. Estoy muy ilusionada porque creo q puede ayudar a mucha gente a sentirse mejor, tal como me ha pasado a mí.

Te cuento… Ya sabes q soy diabética de tipo 1. Desde hace una año llevo un sensor en el brazo para poder medir los niveles de azúcar y poder estar mejor regulada. La verdad es q es una maravilla porque facilita en muchos sentidos convivir con la diabetes… Aunque también tiene su peaje y éste no es sólo estético, sino que, en mi vivencia, tiene que ver con la parte emocional.

En mi caso me supuso sentir el estigma de la enfermedad. Constantemente sentir la mirada de la gente, las preguntas indiscretas e incluso en muchos casos, la mirada de pena: “Pobrecita…”, o comentarios tipo “qué putada…” o “¿Eres diabética? ¡Pues no lo pareces!” 🤦‍♀️

Al final me lo acababa escondiendo para evitar esas situaciones que, de alguna manera, yo sentía, aunque lo negara, que me estaban afectando internamente.
Incluso llegué a no ponérmelo si tenía algún evento (con el riesgo que conlleva) para esconder la enfermedad… Aunque lo aceptaba racionalmente porque me recordaba constantemente los beneficios del sensor, a la vez, sentía un enfado del por qué tenía que llevar un trozo de plástico blanco que iba gritando a los 4 vientos: “¡Ay, pobre, la chica diabética!”

Un día decidí tuneármelo. Era Navidad, me había comprado mi vestido de fin de año… E iba toda mona y ¡zas! Me pusiera donde me pusiera el sensor, allí sobresalía esa pieza que me recordaba, con su color blanco nieve, la enfermedad.

Aix… Empecé a mirar formas para taparlos: Me compré unos parches negros. Me los veía un poco mejor, aunque no era suficiente, así que pensé algo más idóneo, formas para tunear esos parches y, aunque lo q encontraba no respondía a mi necesidad, eso me dio la idea de seguir buscando.

“La salud no tiene q estar reñida con el glamour, ¿no?”, Me decía. “No es posible q nadie haya pensado en diseños bonitos y combinables para poder lucir con tu vestido de noche, en el veranito, en la playa… O simplemente cuando te miras al espejo y te gusta verte con un toque de color y creatividad.” Y es desde ese lugar donde nace este proyecto. Desde la experiencia personal.

Decidí crear una línea de stickers de consumo propio para poder combinar con mi outfit. Y cuál fue mi sorpresa al ver que el hecho de ir diseñando mis stickers, ir cambiándomelos buscando combinaciones chulas, el ir compartiéndolo con mis seres queridos,… hacía que me preguntaran “¿Cuál llevas hoy?”, “Éste es chulísimo”, e incluso por la calle me pararan para preguntarme dónde lo había comprado. Así me di cuenta que eso generaba un beneficio en mí y me estaba ayudando a reconciliarme con el sensor (amigo imprescindible) y, en cierto modo, con la enfermedad. ¡Ya no lo escondía sino que lo lucia! La experiencia de interacción ya no era desde la pena, ni lo que implica la enfermedad sino desde la creatividad y la parte artística.

Además de sentirme mejor en ese sentido, descubrí que se me daba la oportunidad de sensibilizar y normalizar la diabetes… incluso poder hacer pedagogía sobre la diferencia entre la tipo 1 y la tipo 2. (Los q somos diabéticos sabemos lo pesado que puede llegar a ser q nos confundan, porque eso implica escuchar toda una serie de frases y consejos que quizá nada tengan q ver con uno) En definitiva, la vivencia era tan distinta y, te diría, que incluso positiva que mi niveles de azúcar empezaron a mejorar.

Siempre me ha costado regularme. Y no te voy a decir que no me siga costando a día de hoy, (Hoy no entraré en las causas) aunque lo q si tengo claro es que este proceso me ha ayudado no sólo a sentirme mejor sino a tener el ánimo para cuidarme mejor. Alguien podría preguntar q cómo es posible que el uso de un simple sticker vaya a ayudar a regular la diabetes y yo le contestaría: “¡Pruébalo y cuéntamelo!”
El uso de estos stickers no sólo se ha convertido para mí en un complemento de moda sino en mi manera personal de trabajarme mi vivencia del tener que llevar un sensor e ir marcada con la enfermedad crónica. ¡Es mi manera de ponerle luz y color a mi enfermedad!
– “¡No exageres, la diabetes no es para tanto…!”

Te expondré experiencias cercanas. Yo misma me he quitado el sensor si tenía una cita, no fuera a ser que me rechazaran por ser una enferma. Tengo una amiga que tardo un año en explicar en el trabajo q era diabética, tenía miedo a que eso fuera una causa para no renovarle el contrato. Varias mamis de adolescentes se me han acercado para preguntarme sobre los stickers porque sus hijxs se quitaban el sensor para ir a la playa con los amigos o no lo querían llevar más porque empezaban a tener experiencias amorosas.

Mucha gente no diabética me dice que no entienden la posible sobre dimensión que le doy al tema del sensor pero, acto seguido, se corrigen ellos mismos diciendo que, “claro, porque a mí no me ha tocado llevarlo si no, yo también me lo tunearía.”

Mi ilusión es poder contribuir desde mi pequeña parcelita a sensibilizar y normalizar la diabetes, sus consecuencias físicas y emocionales y, a la vez, buscar el empoderamiento de la persona. Si, con mi proyecto, consigo que alguien pueda dar un paso más en su proceso de aceptación de la enfermedad, del estigma que puede implicar para muchos y en la reconciliación con él, diciéndose “Sí, soy diabeticx, ¿y qué?”, para mí ya será objetivo cumplido.

Y ésta es mi pequeña campaña para decirle al mundo, “sí, soy diabética, ¿y qué?” ¿Me apoyas? 😉